Henri Nicolle, autor en 1855 de Courses dans les Pyrénées, la montagne et les Eaux, se hace eco del prestigio que emana de la personalidad de este especialista a lo largo de la temporada. La ciudad termal “cuenta con varios médicos, todos especialistas talentosos; pero, en realidad, solo hay uno. Todos quieren ver al Sr. Darralde (1804-1860). Están aquellos que, de no acudir a su consulta, no pensarían haber viajado a las aguas”. 

Retrato del Doctor Darralde
Retrato del Doctor Darralde.
Archives départementales des Pyrénées-Atlantiques

Achille Jubinal, en Le Monde illustré del 22 de agosto de 1857, lo presenta como un hombre “modesto aunque sabio, lleno de bonhomía aunque bearnés, desinteresado aunque médico renombrado, apacible y sensato aunque meridional”.

Todos quieren ver al Sr. Darralde.

Sus compañeros parisinos le remiten numerosos pacientes, lo que refuerza el aura de Eaux-Bonnes que, en aquellos tiempos, recibía entre julio y septiembre en torno a dos mil enfermos.

Eaux-Bonnes : Le Jardin Darrale en hiver
Eaux-Bonnes : Le Jardin Darrale en hiver.
Archives départementales des Pyrénées-Atlantiques, cote 8FI129-204-00993

El doctor Darralde, discípulo de Laennec, que velaba con eficacia por la salud de los agüistas que tomaban las aguas en el valle de Ossau en el transcurso de las décadas románticas, no era otro que el hijo del doctor Darralde que había desempeñado el cargo de médico-inspector de Eaux-Bonnes a partir de 1816. El hijo le sucedió al padre en 1834 por una veintena de años después de hacer brillantes estudios en París, y se establecerá en la capital, donde ejercerá la profesión de médico ordinario del emperador y de la emperatriz.

Hélène Saule-Sorbé, profesora universitaria de Artes Plásticas
Universidad Michel de Montaigne - Burdeos 3