... esta nueva manera de ver y sentir se adopta rápidamente en el continente.

Lo pintoresco es, junto con lo sublime, una de las dos categorías estéticas que, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, va a competir con, si no destronar, la belleza clásica en el arte del paisaje. Ampliamente teorizada por los británicos, grandes viajeros apasionados por las comarcas lejanas, esta nueva manera de ver y sentir se adopta rápidamente en el continente.

Lo sublime deriva de cualquier elemento que sea grande, vacío, oscuro y “susceptible de excitar de un modo u otro ideas de dolor o peligro” (Burke, 1756; Uvedale Price, 1796-98).

En los Pirineos, el circo de Gavarnie representa el sitio sublime por antonomasia, y su    sublimidad    fue homenajeada por múltiples intérpretes cuyo más célebre en el campo de la literatura permanece Victor Hugo y, en cuanto a pintura, el pireneísta Franz Schrader que lo consideraba un “inmenso poema geológico”. Los rasgos estéticos de lo sublime son a la vez permanentes: es el gigantismo de la presencia geológica, y efímeros: son las sombras de las tormentas latentes o de la noche, la profusión de nubarrones.

The Amphitheatre of Gavarnie. Hautes-Pyrénées, August 29. 1821
The Amphitheatre of Gavarnie. Hautes-Pyrénées, August 29. 1821. Par Marianne Colston

Al igual que el término “paisaje”, la palabra “pintoresco” nació en el ámbito de la pintura, en la confluencia del arte paisajístico y arquitectónico. Procedente del término italiano pittoresco, ya se utilizaba en el siglo XVI para calificar los sitios que traían a la memoria los lienzos de artistas venecianos como Giorgione o Titien. Se decía de un paisaje que era “pintoresco” cuando generaba según la aristocracia británica de viaje un “efecto pintura”.

... el circo de Gavarnie representa el sitio sublime por antonomasia ..

Lo pintoresco no emana de la excepción geológica, sino de los paisajes humanizados cuyas marcas pueden ser los vestigios del pasado (las torres de vigía o las viejas iglesias ruinosas) y sobre todo la vivienda vernácula, las construcciones pastorales, la ordenación de la baja y media montaña, en fin una “tipicidad”. Más concretamente, lo pintoresco se teorizó allende la Mancha a partir de la noción de roughness cuyo promotor fue el reverente Gilpin y que podríamos traducir por “dureza”, sentir como “rusticidad”. Son pintorescos por excelencia las techumbres y hastiales en dientes de sierra de las granjas de montaña, los bloques de rocas de formas variadas, los antiguos tocones, las ruinas erosionadas, los puentes y pasarelas rústicos, el atavío de los pastores y demás autóctonos (polainas, boinas, capas de lana, etc.), susceptibles de crear “accidentes” de luz o contrastes de formas.

Grande rue des Eaux-Bonnes.  Volumen 1, página 125
Grande rue des Eaux-Bonnes. Volumen 1, página 125

Todo esto constituye el repertorio de sitios, objetos y personajes que resaltan las litografías escogidas por Houbigant: las vistas de Jacottet sobre Eaux-Bonnes o el valle de Ossau, los vestidos osaleses de Devéria y Pingret, las cascadas del Valentin y del Gros-Hêtre de Victor Petit pero también ciertos dibujos y acuarelas del propio autor.

Podemos sentir la tensión sublime que supone la amenaza de una tormenta contemplando por ejemplo la vista de la garganta del Hourat en el camino de Eaux-Chaudes, plasmada por Jacottet.

Gorge de Hourat. Volumen 1, página 205
Gorge de Hourat. Volumen 1, página 205

A modo de conclusión, se puede decir que el paisaje pintoresco alcanza a todas las clases sociales, es un paisaje de todos, en parte responsable del éxito turístico de numerosos sitios. En cierto sentido, echó las bases de la delimitación del Parque nacional de los Pirineos.

 

Hélène Saule-Sorbé, profesora universitaria de Artes Plásticas 
Universidad Michel de Montaigne - Burdeos 3