Eugène Delacroix (1798-1863), el más famoso de los pintores románticos es enviado por su médico a Eaux-Bonnes del 23 o 24 de julio al 14 de agosto de 1845. Existen unas correspondencias y unas series de dibujos vinculados con esta estancia. Acogido por el buen tiempo, el artista queda encantado por el país y seducido por los trajes de las mujeres del valle de Ossau. 

“El país es magnífico. Es la montaña en toda su majestuosidad. Verdaderamente, hay lugares encantadores a cada paso, en cada recodo del camino” escribe a Frédéric Villot el 26 de julio. 

“La naturaleza es muy hermosa aquí; estamos en las montañas hasta el cuello y los efectos son magníficos” (carta a L. Riesener, el 25 de julio).    

Portrait d'Eugène Delacroix. Léon Riesener. Musée d'Orsay
Retrato de Eugène Delacroix. Léon Riesener. Museo de Orsay

El ojo del pintor evalúa el potencial pictórico de la montaña pirenaica, el carácter escarpado y salvaje del estrecho valle, lo sublime de las alturas y lo pintoresco de las costumbres del valle de Ossau entre los que se debate su sensibilidad. “El traje de los nativos también es muy hermoso: el de las mujeres está lleno de carácter y es muy inspirador”, se puede leer en una carta del 26 de julio al señor Pierret; la inmersión en el grandioso mundo de la montaña es nueva para él y marca profundamente sus primeras misivas.

El ojo del pintor evalúa el potencial pictórico de la montaña pirenaica, el carácter escarpado y salvaje del estrecho valle ...

Ahora bien, muy pronto, al llegar el mal tiempo, Eaux-Bonnes se convierte en un “embudo en el que las nubes se dan cita”, y el “gigantismo de todo ello” desconcierta al parisino. Nunca hay “papel suficientemente grande para dar la idea de estas masas…” Delacroix no puede cumplir la promesa que ha hecho a una amiga, la señora Cavé, de traerle paisajes. A lo sumo, los lápices, plumas o pinceladas de acuarela captan unos detalles, elaborando una especie de repertorio pirenaico en el que aparecen los lugares regularmente visitados por la pareja Houbigant, o sea, las orillas del Valentin, siluetas de hayas o de campesinas, escenas de habitantes del Valle de Ossau con trajes locales, efectos de contraluz, etc. En realidad, todo esto es conforme a la famosa ocurrencia que Baudelaire le atribuye: “La naturaleza no es más que un diccionario”. 

...plumas o pinceladas de acuarela captan unos detalles, elaborando una especie de repertorio pirenaico ...

El pintor también tiene una mirada crítica sobre el balneario: “Se organizan bailes y fiestas mundanas, entre personas con enfermedades pulmonares al borde de exhalar su último suspiro” o “[...] ya me echó del hotel más bello del lugar el estruendo de los pianos que mantenían a las señoras bailando hasta las once de la noche...” (carta a Frédéric Villot, el 26 de julio). Sin embargo, allí conoce a Adolphe Moreau, cambista parisino que es a la vez el mecenas y el animador del pequeño balneario, y de quien desarrollará el gusto por el coleccionismo. La colección Moreau-Nélaton se conserva hoy en el Louvre. 

 

Hélène Saule-Sorbé, Catedrática de Artes Plásticas  
Universidad Michel de Montaigne – Burdeos 3 

 

Para más información

  • Delacroix en los Pirineos, presentación de Pierre C. Lamicq, Les Amis du Musée pyrénéen, Lourdes, 1975
  • Colección: Cabinet des dessins, Museo del Louvre
  • Amplia colección de obras de Delacroix en línea en ARTSY